Para Ligia
Ni
la voz resonante de lo heroico
ni
el silencio total tras la agonÃa,
ni
el corazón agradecido al mundo
que
lo premia por aceptar lo injusto,
ni
el corazón rendido que no sabe
que
más allá de él relumbra el Todo,
ni
el latido de las graves trompetas
anunciando
a los buenos, a los reyes,
ni
el arrojado hombre en la acera
sobre
el cartón indigno de su alma,
ni
el templo amurallado por el oro,
ni
el hueco donde un mÃstico se entrega
a
contemplar la luz de lo invisible,
ni
el llanto furibundo de los grandes
ni
el llanto sumergido de los pocos,
ni
en el hermoso espejo, ni en el frÃo
deleite
de las profundas cicatrices,
ni
en las miradas álgidas que llegan
a
las conciencias duras y crueles,
ni en
el esquivo corazón cobarde,
ni
en lo alto ni en lo inexpugnable,
ni
en lo mÃnimo ni en lo avasallado
ni
el ensueño de un libro del futuro,
ni
en la magia letal de los elogios,
ni
en el ácido jugo de la infamia,
ni
la rosa bendita por los besos,
ni
lo que nadie quiso y nos quedamos...
si
tengo que elegir el molde único
el
horizonte claro en que buscarme,
un
lugar en el mundo que no sepa
a
polvo, a sombra, a muerte, a sueño
yo
elegiré tu alma, y desde ella
y
para ella edificaré el resto.
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